Ciudad de las artes y las ciencias.
Ciudad de las artes y las ciencias.
Valencia
Publicado en ArchMayda
Valencia no solo mira al mar: también mira al futuro. Y lo hace a través de una arquitectura que parece levitar sobre el agua, que se curva, se despliega y se extiende como si fuera parte de una coreografía urbana.
En esta entrada, ArchMayda explora la Ciudad de las Artes y las Ciencias, un complejo que no es solo cultural o científico, sino profundamente simbólico: una ciudad dentro de la ciudad, donde cada edificio es una metáfora visual y emocional.
Diseñada por Santiago Calatrava y Félix Candela, la Ciudad de las Artes y las Ciencias no busca pasar desapercibida. Cada volumen parece invitar al asombro, a la pausa, al reflejo. Para la arquitecta viajera, fue un encuentro con la imaginación convertida en estructura, con lo lúdico materializado en concreto blanco, vidrio y agua.
Como una escultura orgánica, el Palau de les Arts Reina Sofía emerge como una nave suspendida entre el cielo y el espejo de agua. Aquí, la música encuentra un continente a su altura. Para ArchMayda, fue un edificio que no solo se contempla: se escucha con la mirada. Es arquitectura que danza.
El Hemisfèric se abre como un ojo mecánico que mira el cielo, la ciudad y a sí mismo reflejado. Con su cúpula semisumergida, este cine IMAX y planetario redefine la idea de interior y exterior, de forma y función. Desde una mirada arquitectónica, es un edificio que narra la conexión entre lo humano y lo cósmico.
El Museu de les Ciències Príncipe Felipe, con su estructura inspirada en un esqueleto de dinosaurio, es una lección de diseño estructural. Largo, ligero, y profundamente expresivo, convierte la ciencia en una experiencia visual. ArchMayda lo interpretó como una arquitectura que enseña no solo desde su contenido, sino desde su forma.
El Àgora, con su verticalidad abierta y azulada, funciona como una gran plaza cubierta que sugiere un espacio en constante transformación. Mientras tanto, el Oceanogràfic, diseñado por Candela, hunde su belleza en las curvas suaves de los techos, como si fueran olas detenidas en el tiempo.
Ambos espacios hablan del movimiento: de la vida que se mueve dentro y fuera de las estructuras.