URBANISMO QUE RESPIRA DESDE LAS RAÍCES DE POPAYÁN

Desde el corazón del sur de Popayán emerge una visión; la de un territorio que, a pesar del desgaste urbano, la segregación funcional y el olvido estructural, conserva bajo su tierra fértil las raíces vivas de una ciudad que no ha dejado de soñar. El corredor entre el Parque Carlos Albán y el aeropuerto Guillermo León Valencia se revela como un eje latente de oportunidad; un espacio que, con cada intervención, busca transformar la movilidad, el paisaje y el tejido social, hasta elevar un nuevo horizonte urbano que brota desde lo más profundo del alma popular payanesa.

El parque Carlos Albán deja de ser un espacio inseguro para convertirse en un punto de partida vibrante; un núcleo donde florece el emprendimiento, especialmente femenino, como semilla de una nueva economía urbana. Las antiguas canchas sintéticas se reciclan, se resignifican, y dan paso a espacios de creación y producción local. Lo público se convierte en una plataforma para la innovación social. A su alrededor, otros parques como el Quijote y El Recuerdo se reconectan como pulmones verdes y culturales, entrelazando naturaleza, memoria y futuro.

La ciudad se reinventa en su historia; hacia el aeropuerto, un recuerdo colectivo que aún habita en la memoria de quienes solían caminar hasta ese punto solo para mirar cómo aterrizaban los aviones. Allí donde antes se contemplaba el cielo, el proyecto propone una nueva mirada; un parque recreativo Horizonte Aéreo, zonas de esparcimiento, un pabellón cultural y un mirador urbano que resignifica esa experiencia como patrimonio emocional y motor de reactivación social. 

El proyecto se estructura además con una visión integral de movilidad; la carrera 6 se convierte en un boulevard peatonal y sostenible donde el comercio de primer piso sigue latiendo, mientras las viviendas elevadas reflejan un urbanismo consciente, híbrido y humano. En paralelo, la carrera 9 recibe el tranvía como un gesto de memoria y modernidad, desplazando a los ciudadanos entre tramas comerciales y viviendas dignas, mientras las ciclorutas delinean el nuevo ritmo de una ciudad que respira en dos ruedas, en equilibrio con el cuerpo y el entorno.

En el corazón de este eje, la estación de autobuses intermodal redefine los accesos de la ciudad, descongestionando la terminal principal y acercando la infraestructura a la comunidad. Se suma el centro de entretenimiento en la zona del boulevard Rose, que activa la noche y resignifica la cultura joven del sector, y el Pabellón de Arte como remate simbólico del parque horizonte, que transforma la llegada al aeropuerto en una bienvenida poética. Aquí, arte y urbanismo convergen para producir identidad.

Este tramo no es solo una fracción de ciudad intervenida; es un manifiesto urbano, una narrativa construida desde la tierra hacia el cielo. Un sistema de lugares tejidos con vocación social, ecológica y cultural, donde cada rincón cuenta una historia de transformación. Popayán se redescubre a través de su gente, de sus espacios cotidianos, de su apuesta por la sostenibilidad y la equidad. Así, desde el suelo, nace un nuevo horizonte.